Walter Elías Disney, mejor conocido como Walt Disney, ha sido sin duda el personaje con mayor admiración en la industria del entretenimiento. Un apasionado del dibujo, cuya imaginación lo llevó a crear inolvidables películas y personajes que cambiaron al mundo cinematográfico y sentaron las bases de la animación como la conocemos hasta el día de hoy.

Ganador de 48 premios Oscar, 7 Emmys y acreedor de diversos honores por parte del gobierno de E.U. (Presidential Medal of Freedom) de las Universidades de Harvard y Yale e incluso ser miembro de la Orden Mexicana del Águila Azteca (el más alto honor para un extranjero por parte del gobierno de México), son algunas de las menciones y razones por las que Disney es mundialmente reconocido.

Sin embargo, como en casi todas las historias de éxito, la vida de Walt Disney y su trayectoria como animador y empresario también estuvo llena de fracasos, tropiezos y decepciones; los cuales tuvo que superar para construir una de las compañías con mayor reconocimiento y estimación alrededor del mundo.

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El creador de Mickey Mouse, nació el 5 de diciembre de 1901 en Chicago, Illinois y fue el cuarto hijo de Flora y Elías Disney. Su infancia la vivió en una granja en Marceline Missouri, donde desde pequeño se interesó por el dibujo, vendiendo sus primeros bocetos a los vecinos a la edad de 7 años.

Cuando creció, estudió la preparatoria en Mckinley High School en Chicago, mientras por las noches tomaba clases en la Academy of Fine Arts.

En 1920 se mudó a Kansas City, donde inició sus primeras caricaturas y animaciones para el Pesemen Rubin Art Studio, el cual publicaba en periódicos, revistas y cine. Fue ahí donde conoció a Ub Iwerks, un caricaturista con el que entabló una amistad y gracias a ella, ambos se unieron para formar “Laugh O’ Grams”, una compañía de animación que no resultó ser exitosa por sus excesivos costos, pero que le daría la oportunidad de crear “Alice’s Wonderland”, un corto que combinaba la animación con imágenes reales.

Decepcionado por la quiebra de su primer estudio, Walt decide mudarse en 1923 a Hollywood; lugar que se empezaba a consolidar como la meca del cine, llevándose con él 40 dólares en el bolsillo para su boleto de ida y el corto de “Alice” previamente producido.

Después de llegar, Disney envió el corto de “Alice” a la distribuidora neoyorquina de Margaret Winkler, misma que se interesa y firma un contrato de un año con él para producir y distribuir más cortos, que se llamarían “Alice’s Comedies”.

Con los recursos otorgados y bajo la tutela de Winkler, Walt reúne a Ub Iwerks y a su hermano Roy. Es así como en el garaje de su tío Robert, crean el Disney Brothers Studio, el que más tarde se convertiría en Walt Disney Studio. 

Poco a poco, la compañía creció tanto en popularidad como en trabajadores; Roy se encargaba de la parte administrativa, para que Walt y su amigo Ub Iwerks se dedicaran a lo que mejor se les daba: la animación.

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Pronto ambos crearon un personaje llamado Oswald The Lucky Rabbit, quien se convertiría en el protagonista de series completamente animadas.

Sin embargo, después de producir los cortos con mucho éxito por un año, Walt decide  viajar a Nueva York para hablar con Winkler y negociar un nuevo acuerdo económico por la serie de Oswald y es cuando descubre que la productora había contratado a todos sus trabajadores (excepto a Ub), para producir la serie de Oswald por mucho menos dinero y sin Walt Disney.

Al releer su contrato, el joven animador se percató que los derechos de Oswald los poseía la distribuidora y no él, por lo que decepcionado, deja ir a su primer personaje.

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Esta es la razón por la que el estudio se vio en la necesidad de crear otro personaje que pudiera llegar a ser igual o más exitoso que Oswald y los salvara de la bancarrota.

Así es como Walt y Ub Iwerks, le dieron vida a uno de los personajes más famosos en la historia de la animación; un ratón que con una personalidad pícara y amigable, ha encantado a todo el mundo desde el 18 de noviembre de 1928 durante su aparición en el corto animado con sonido “Steamboat Willie”: Mickey Mouse.

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Aprovechando el éxito de Mickey y sin perder tiempo, Walt y Ub pusieron manos a la obra y crearon más cortos animados donde el famoso ratón era el protagonista, pero poco a poco fueron añadiendo nuevos personajes que lo acompañaban, mismos que ahora son reconocidos y queridos por todos: Minnie, la eterna novia de Mickey, Pluto, su simpática mascota, Donald, un pato con un mal carácter pero adorable y Goofy, el amigo noble y torpe.

Siendo un visionario y siempre a la vanguardia, Disney aprovechó la tecnología del “Technicolor”en la producción de un corto animado a todo color llamado “Flowers and trees”, primero en ganar un Oscar a “Mejor caricatura” en 1932, año en el que la Academia incorporó esta nueva categoría a los premios.

En 1934, Walt Disney anunció a su equipo de animadores la producción de una película completamente animada y a color, misma que fue considerada “la locura de Walt”, ya que producirla, implicaría un costo de $1,499,000 dólares y por consiguiente la posible quiebra del estudio en caso de que la película no llegara a ser exitosa.  

Decidido a correr el riesgo, Disney llevó sus planes a cabo y en 1937 se estrena “Blanca Nieves y los 7 enanos” la primera película musicalizada y completamente a color en la historia de la animación.

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La historia de Blancanieves resultó ser un rotundo éxito, superando las expectativas y haciéndola merecedora de un Oscar honorífico (junto con 7 Oscars versión miniatura en alusión a los enanitos), lo que le permitió al estudio obtener suficientes ganancias para pagar deudas y producir nuevas películas como Pinocchio y Fantasía en 1940, siendo la última también acreedora de un Oscar honorífico por su sonido.

Otras películas producidas durante este período fueron Dumbo, con un presupuesto y tiempo limitado y Bambi en 1942, que resultó ser una película muy costosa ya que prestaba atención especial a los detalles y animación realista.

Durante esta época, inició la Segunda Guerra Mundial, por lo que el gobierno de los Estados Unidos le encargó al estudio una serie de filmes con tinte propagandístico para el entrenamiento de la armada. Esto provocó que la mayor parte de la compañía se viera en la necesidad de invertir tiempo y recursos en propaganda para la guerra, sin poder producir por un tiempo otras películas del mismo nivel que Blancanieves.

Por lo que durante este período, se produjeron a bajo costo distintas “package films” o películas compuestas por historias breves, como “Saludos Amigos” y “Los Tres Caballeros”, ambas protagonizadas por Donald y dos nuevos personajes: José Carioca, un loro brasileño y Pancho Pistolas un gallo mexicano.

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Terminada la guerra, el estudio regresó a la popularidad con el estreno de un nuevo filme en 1950, cuyos costos alcanzaron casi los 3 millones de dólares: La Cenicienta.

Esta película representó un reto para la compañía que se encontraba sumida en deudas por la guerra, pero que a pesar de eso, logró tener éxito comercial y recaudó casi 85 millones de dólares, ayudando al estudio a reponerse y  posicionarse. La Cenicienta es considerada como una de las mejores películas de animación estadounidense según el American Film Institute, ya que el 90% de la película fue hecha primero en imágenes reales, las que posteriormente fueron animadas para dar vida a los personajes.

Fue nominada a 3 Oscars: Mejor banda sonora, Mejor sonido y Mejor canción por “Bibbidi Bobbidi Boo”.

La Cenicienta fue la película favorita del mismo Walt Disney, por haber sido el parteaguas para el estilo lleno de magia, música y color que caracterizaría a los filmes del estudio. Posterior a esta película le siguieron otras exitosas como Alicia en el País de las Maravillas , Peter Pan  y La Dama y el Vagabundo.

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Walt Disney se caracterizó por su enorme imaginación, perseverancia y pasión por alcanzar hasta sus más grandes metas, corriendo riesgos y apostándo siempre a la innovación.

Su curiosidad lo llevó a crear una de las compañías más valiosas del mundo, que con sus mágicas películas y personajes inolvidables han enseñado tanto a niños como adultos a no rendirse, pues “todos nuestros sueños se pueden hacer realidad, si tenemos el coraje de perseguirlos”.

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